El bolígrafo.
A principios del siglo XX, la pluma estilográfica era el objeto de escritura más moderno de la época. Era un utensilio molesto: se atascaba muchas veces y dejaba rastros de tinta. Ladislao Biro, húngaro, periodista, emprendedor y sobre todo un gran observador, cambiaría para siempre la forma de escribir. Todo gracias al fútbol.
Era una tarde corriente en Budapest, por la mañana no había parado de llover. Biro aprovechó un breve claro de sol y salió a dar el rutinario paseo por la ciudad. Los gritos de emoción y las correrías de unos niños llamaron la atención del periodista; jugaban al fútbol. Uno de los chicos golpeó la pelota rasa y esta comenzó a rodar a través de un charco. Al salir el balón dejaba agua sobre la superficie seca mientras rodaba. Este sencillo fenómeno le dio a Biro la clave que necesitaba. Si una esfera podía arrastrar el agua de esa manera, ¿por qué no podría hacer lo mismo con la tinta?
La vuelta al fútbol en 80 historias.
Iker Ruiz del Barco
@elefutbol