Skip to main content

Ocurrió en medio de un mar rojo de humo rojo.

El 12 de abril de 2005, con el Milán ganando 3-0, el partido de cuartos de Champions quedo suspendido. La afición del Ínter de Milán, indignada con las daciones del árbitro Markus Merk, comenzó a arrojar bengalas y objetos al campo. En aquel instante, cuando todos los jugadores corrían al túnel de vestuarios para refugiarse, el fotógrafo Stefano Rellandini capturo una de las imágenes más icónicas de la historia del fútbol. En medio de aquel desastre, dos futbolistas, de espaldas a la cámara, miraban hacia las gradas. Materazzi se apoyaba sobre el hombro de Rui Costa y ambos se postraron durante varios segundos a mirar todo aquel caos. Decidieron buscar la paz en medio de la guerra más feroz.

Las rivalidades apasionadas no son solo más que algo efímero, y el vínculo que nos une con los demás es para siempre. En el fragor de la batalla, existe un espacio para la admiración mutua, para entender que al final del día todos formamos parte de un mismo deporte.

Aquella foto nos enseñó a valorar la belleza de una rivalidad vivida con honor y a reconocer que, en el corazón del fútbol, siempre debe brillar la luz del respeto y la hermandad.

La vuelta al fútbol en 80 historias.

Iker Ruiz del Barco

@elefutbol